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Mary Donaldson fue una de las primeras mujeres plebeyas de la nueva generación de royals en casarse con un príncipe. Más allá de Mette Marit de Noruega, la boda del hijo mayor de la Reina Margarita y la australiana, poco antes de la de los Reyes de España, don Felipe y doña Letizia, fue uno de los acontecimientos más importantes del año 2004. En especial para nuestro país, ya que las celebraciones en Copenhague supusieron la puesta de largo de la entonces periodista Letizia Ortiz entre la realeza europea, pocas semanas antes de su propio enlace.
Mary de Dinamarca con su marido. / Gtres
Una prueba de fuego que la actual Reina superó con creces ya que, a día de hoy, todavía se sigue hablando, con cierta nostalgia en ocasiones, de los impresionantes estilismos que la prometida del Príncipe de Asturias llevó en los fastos en Dinamarca, firmados por Lorenzo Caprile, y en los que el rojo España era el gran protagonista.
Pero, más allá de las vinculaciones con nuestro país, lo cierto es que el enlace de Mary y Federico fue el comienzo de un camino no siempre fácil para la australiana que, al igual que otras royals de su generación, como la propia doña Letizia, Máxima de Holanda o Mette Marit de Noruega, eran mujeres profesionales antes de que el amor de un príncipe se cruzara en su camino.
Mary de Dinamarca con la Reina y su marido. / Gtres
Han pasado casi dos décadas desde entonces y solo Mette Marit y Mary se encuentran, de alguna manera, ‘ancladas’ en el mismo papel en el que entraron cuando se comprometieron con la institución. A pesar de que, como es obvio, han ganado más confianza y responsabilidades, tanto la princesa noruega como la danesa, continúan siendo precisamente eso, princesas. Máxima de Holanda ya lleva una década convertida en reina consorte, mientras que doña Letizia está a punto de celebrar el mismo aniversario -en 2014-. Y es que parece que ni el Rey Harald, ni mucho menos la Reina Margarita, tienen la intención de dejar el trono hasta que el destino decida que su tiempo en este mundo se ha agotado, a pesar de que las circunstancias de ambos no son las más favorables.
Sin entrar en detalles sobre el caso de Harald de Noruega, cuyo estado de salud en los últimos tiempos es preocupante, la situación de Margarita de Dinamarca no tiene tanto que ver con la salud, sino con un complicado escenario familiar. Muy comprometida con su papel, la monarca, que acaba de celebrar su Jubileo de Oro, anunció hace unos meses la retirada de los títulos de príncipe y princesa a los hijos del príncipe Joaquín -su hijo menor-, lo que ha provocado todo un cisma familiar. Una decisión que para muchos es lógica, y responde al único deseo de proteger la institución y reducir sus miembros, para que sea útil y menos costosa. La propia Mary se pronunció -someramente- sobre esto, y aseguró que, llegado el momento, su marido también actuaría de esta manera.
Mary de Dinamarca con su familia. / Gtres
Sin embargo, la decisión de la monarca ha abierto rencillas familiares que nunca quedaron solucionadas y ha vuelto a poner a Mary en medio de todo. Una guerra entre hermanos que trasciende a las cuñadas que, por cierto, nunca se han llevado bien. Es más, basta con tirar un poco de hemeroteca para recopilar un sinfín de artículos y reportajes que apuntan precisamente a esto, a la enemistad en entre las dos ‘Marías’, la princesa Mary y la princesa Marie.
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A pesar de que el conflicto familiar es una realidad, la mujer del futuro Rey ha preferido mantener una actitud discreta y prudente, consciente de que, en el momento en el que falte la Reina, el príncipe Federico necesitará todos los apoyos posibles para mantener la imagen de la Corona intacta, en una etapa en la que son cada vez más las personas que se cuestionan la eficacia y utilidad de la institución. Esto supone que, hasta que los hijos de la pareja puedan asumir funciones de representación a pleno rendimiento, recurrir a Joaquín y Marie será una de sus mejores opciones, y para esto, es mejor evitar cualquier tipo de conflicto. Eso sí, dadas las circunstancias, a la australiana no le queda otra que seguir a la espera, porque la Reina no va a ceder el testigo hasta su último aliento.